Evidencias contra el tabaco calentado: pirólisis y toxicidad hepática

mayo 30, 2022

Foto: Imagen tomada del estudio científico sobre el iQOS que realizó la Universidad de California. Allí se ve la parte del dispositivo que calienta el tabaco antes de ser usado (flechas azules), luego de haber sido usado y limpiado (flechas rojas) y sin limpiar tras diez utilizaciones.
“Los investigadores independientes generalmente reportan mucho más concentraciones, que pensamos que eso no es una casualidad, es el sesgo del conflicto de interés”.

En los últimos años la ciencia avanzó en el estudio de los dispositivos novedosos o emergentes que la industria tabacalera intenta imponer, como forma de sustituir los cigarrillos tradicionales, y así evitar la pérdida de clientes e ingresos.

El objetivo del estudio fue evaluar el rendimiento del dispositivo iQOS (I Quit Ordinary Smoking) fabricado por Philip Morris International, una de las impulsoras de este tipo de artefacto novedoso. El estudio también se propuso “investigar la validez de las afirmaciones del fabricante de que este dispositivo no quema tabaco y determinar si el filtro de película de polímero es potencialmente peligroso”.

Uno de los trabajos publicados en este sentido fue realizado por los científicos Barbara Davis, Monique Williams y Prue Talbot, de la Universidad de California, en el año 2018. El estudio concluyó que el uso de estos dispositivos implica la exposición de los usuarios a sustancias extremadamente tóxicas aún en concentraciones muy bajas, como formaldehído cianhidrina.

Según se detalla en el artículo, publicado originalmente el 13 de marzo de 2018, el rendimiento se analizó usando cinco formas de funcionamiento, con dos tipos distintos de limpieza posterior a su utilización: una completa, después de cada uso, y la que recomienda el fabricante, una después de cada 20 usos. 

Las barras de calor que calientan el tabaco “se inspeccionaron visual y estereomicroscópicamente antes y después del uso para determinar el grado de carbonización de los tapones de tabaco (por pirólisis) y la fusión del filtro de película de polímero, y para dilucidar los efectos de la limpieza en la carbonización”, explica el texto del estudio. 

Entre los resultados reseñados, los científicos señalaron que “se observó carbonización debido a la pirólisis (una forma de descomposición termoquímica de la materia orgánica) en el tabaco después de su uso”. Y añadieron que cuando se siguieron las instrucciones de limpieza del fabricante, es decir que no se limpió cada vez que se fumó, “aumentaron tanto la carbonización del tabaco como el derretimiento del filtro de película de polímero”. 

Uno de los aspectos que más preocupó a los científicos fue que el análisis del  filtro de película de polímero, que debería proteger al usuario al enfriar el vapor que inhala, reveló la “liberación de formaldehído cianohidrina a 90 °C, que está muy por debajo de la temperatura máxima alcanzada durante el uso normal”.

El estudio también señala que las limitaciones de uso del dispositivo, que solo permanece encendido seis minutos,  pueden contribuir a la disminución de los intervalos entre bocanadas, “lo que podría aumentar la ingesta de nicotina y otras sustancias químicas nocivas por parte del usuario”. 

Las conclusiones de este trabajo confirman las aseveraciones de otros estudios que plantearon serios cuestionamientos a los resultados que la industria presenta como una supuesta demostración de la reducción de daños que implicaría el uso del iQOS. 

Por ejemplo, un trabajo que la Jama Internal Medicine tituló “Fumar pero con otro nombre” reveló que “los compuestos orgánicos volátiles, los hidrocarburos aromáticos policíclicos y el monóxido de carbono estaban presentes en el humo de IQOS” y que “tenía el 84 % de la nicotina que se encuentra en el humo del cigarrillo convencional”.

Otro estudio solicitado por el gobierno de Japón antes de los juegos olímpicos de Tokio 2020 analizó la presencia de varios compuestos nocivos como la nicotina, alquitrán, monóxido de carbono y nitrosaminas específicas del tabaco tanto en el humo principal como los rellenos o “insertos” de iQOS. La conclusión fue que los niveles de nicotina eran similares al de los cigarrillos tradicionales, mientras que la de los otros compuestos era significativamente menor. De todas formas, el estudio concluye que “estos compuestos tóxicos no se eliminan por completo del humo principal de iQOS, por lo que es necesario considerar los efectos sobre la salud y la regulación”.

La doctora Laura Llambí, directora de la Unidad de Tabaquismo del Hospital de Clínicas y representante de la Universidad de la República ante la Comisión Asesora Interinstitucional del Programa Nacional de Control de Tabaco, explicó a Sudestada que los estudios que hay de exposiciones de los componentes que hace la industria, versus los que hacen los investigadores independientes, muestran una clara diferencia en lo que reportan unos y reportan otros.

“Los investigadores independientes generalmente reportan mucho más concentraciones, pensamos que eso no es una casualidad, es el sesgo del conflicto de interés. No puede ser que cuando lo investiga un investigador independiente los químicos den tal y tal concentración, y cuando lo investiga Philip Morris dé mucho menos. Eso ya nos tiene que hacer desconfiar”, explicó.

En cuanto a la afirmación de que los nuevos productos de tabaco calentado son menos dañinos a la salud, Llambí dijo que “no está probado que todos sus componentes estén en menor concentración. Algunos sí, eso es cierto, y algunos no, y lo que vamos aprendiendo con el tiempo es que pueden dar los mismos daños a la salud que da el cigarrillo o incluso algunos otros nuevos que no daba el cigarrillo”.

Entre esos nuevos daños asociados con los productos novedosos Llambí mencionó la “toxicidad hepática, que está reportada para los productos de tabaco calentado”. Consultada sobre si esa patología puede estar asociada con algún fenómeno ya registrado en estudios científicos, la experta aclaró que “probablemente tenga que ver con alguna de las reacciones químicas del calentamiento, como la pirolisis, que es típica de estos compuestos y no del cigarrillo combustible, podría estar ligado por ahí, o con algunos de esos compuestos que se vieron mucho más concentrados frente al calentamiento que ante la combustión, pero no está tan claro cuál es el que lo provoca”.

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Entre los resultados del estudio realizado por los científicos de la Universidad de California se observó carbonización debido a la pirólisis
Cuando se siguieron las instrucciones de limpieza del fabricante, es decir que no se limpió cada vez que se fumó, “aumentaron tanto la carbonización del tabaco como el derretimiento del filtro de película de polímero”.

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